martes, 7 de abril de 2020

Bye bye, Eritrea. Hello, Qatar.

Mayo en Eritrea es mes de celebraciones. En Mayo celebran el aniversario del fin de la guerra por la independencia de Etiopía, guerra que duró 25 años. Si quieres saber más del tema haz click en este enlace: https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_entre_Etiopía_y_Eritrea.

En Asmara se nota porque durante todo el mes hay muchas actividades culturales, conciertos en los teatros y conciertos en la calle, desfile y fuegos artificiales como fin de fiesta. Está muy bien, la ciudad tiene mucho ambiente, llena de gente, a veces hasta demasiada, tanta que te cuesta moverte por la ciudad.

El primer año estas fiestas las disfruté mucho, el segundo año algo menos porque ya estaba empezando a contar las semanas y los días para marcharme. Aunque mi experiencia en Eritrea fue muy positiva al final ya tenía ganas de irme. Paco ya se había marchado a Cuba a principios de mayo y a mi ya sólo me quedaba el final de mi estancia, con lo que eso supone de stress al recoger tus cosas, y deshacerte de muchas que te sobran. Además, ya estaba en pleno trajín de papeleos a distancia para irme a Qatar, trajín que fue horroroso y estresante.

Ese verano de transición entre Eritrea y Qatar seguí con el stress de los papeleos a lo que sumé boda rápida en Cuba y despedida hasta a saber cuándo porque a él, siendo médico, no le dejaban irse del país así como así. Tardamos muchos meses hasta poder volver a vernos.

El caso es que a mediados de agosto llegué a Qatar, en vuelo de Qatar Airways pagado por mi nueva escuela. ¡Qué bien se viaja en Qatar Airways, qué gozada, la mejor aerolínea que conozco! Al llegar a Qatar me estaba esperando en el aeropuerto mi director, Paul. La verdad es que estaba genial llegar a un lugar nuevo y que te recibiera alguien que conoces y que aprecias, porque Paul es un tipo muy muy majo, me cae genial, da super buen rollo. Ya mismo en el aeropuerto fuimos a comprar una línea de teléfono para poder estar comunicada. Y me llevó a casa. ¡Menuda casita, qué chula! Me encantó mi casa nueva. Era un apartamento luminoso y amplio de dos dormitorios con vestidor y dos baños completos. La escuela había tenido el detalle de dejar algo de compra hecha, con unos víveres de primera necesidad para esa primera noche y el primer día, además de sábanas, almohadas y edredón nuevos. Toallas no, me sorprendió eso, pero menos mal que yo traía un par de toallas conmigo por si acaso. Paul me enseñó el apartamento y en cuanto comprobó que yo estaba a gusto y con todo resuelto se marchó para dejarme descansar porque era ya algo tarde, prácticamente hora de ir a dormir. En el apartamento también había wifi, así que lo primero que hice fue conectarme inmediatamente con familia y amigos para enseñarles mi casita nueva. Estaba encantada.

Al día siguiente Paul volvió a recogerme por la mañana y me hizo un tour de lo que iba a ser mi nueva vida. Me enseñó las instalaciones de donde vivía y de la escuela, todo impresionante. Mi escuela nueva era Qatar Academy, (https://qataracademy.edu.qa/) perteneciente a Qatar Foundation (https://www.qf.org.qa/). QF tiene varias escuelas en Qatar, no sólo en Doha sino también en varias ciudades cercanas, además de universidad, centros de investigación, etc, y la mayoría de los que trabajábamos para QF vivíamos en esta urbanización.

Mi apartamento estaba dentro de un complejo residencial formado por dos urbanizaciones unidas por un puentecito, por las que solo se podía acceder por sendas entradas en las que hay control de seguridad. Si vives en el complejo tienes una etiqueta que llevas visible en el coche y cuando los vigilantes de seguridad la ven te dejan pasar automáticamente. Si no tienes esa etiqueta los vigilantes te paran, te preguntan a qué apartamento vas, a visitar a quién, y anotan tu nombre, tu número de carnet y tu teléfono, todo super controlado. Esta urbanización está formada por casas de dos pisos en las que hay apartamentos de uno y dos dormitorios, y casas unifamiliares de dos y tres dormitorios con jardín. Todos los edificios son prácticamente iguales y están en medio de jardines y árboles, todos lo jardines y todos los árboles que se pueden tener en medio del desierto. Las casas son todas tan iguales que al comienzo me resultaba imposible reconocer la mía, sólo sabía que era la mía por el número del portal. No me atrevía a salir a dar una vuelta por miedo a perderme, aparte de por el calorazo inhumano que hacía en Qatar en agosto, con ese calor no se podía estar en la calle, menos mal que el aire acondicionado de casa funcionaba bien que si no te morías. En este enlace que encontré en internet puedes cotillear cómo es una de las casas grandes de la urbanización, pertenece al blog de algún profe que llegó años antes que yo: http://doha-letters.blogspot.com/2011/11/education-city-community-housing.html

En la urbanización sólo había viviendas, ninguna tienda ni bar ni nada de nada, sólo viviendas. Al lado de la urbanización había un centro comercial pequeño con un supermercado bien surtido, un banco, una peluquería y unas cuantas tiendas más, todo servicios de primera necesidad que nos pudieran solucionar la papeleta a los residentes de mi urbanización y otras cercanas. Este pequeño centro comercial estaba relativamente cerca de mi casa, caminando sólo se tardaban unos  15/20 minutos, en realidad era cerca pero con los calores inhumanos de agosto no se podía ir caminando, la única opción era ir en coche con el aire acondicionado a tope.

También al lado de la urbanización había un club social cuyos miembros éramos los residentes de mi urbanización porque todos trabajábamos para la misma empresa, Qatar Foundation. Este club social estaba fenomenal, tenía piscina, restaurante, gimnasio, sauna, spa, masajistas, cancha de tennis, de squash, sala de juegos. Muy completo, la verdad.

Paul también me llevó a ver mi nueva escuela. IM-PRE-SIO-NAN-TE. La mejor escuela que haya podido ver nunca en cuestión de tamaño, recursos, bonita, ESPECTACULAR, nunca volveré a trabajar en ninguna escuela tan bonita, eso lo sé porque es imposible. Si no se ve no se cree. Para empezar es enorme, tan grande que te pierdes. Cubre todo, desde guardería de bebés hasta los alumnos mayores a punto de irse a la universidad. Yo iba a trabajar como tutora de un segundo, y había 5 segundos, con 22 niños de media por aula. Mi clase era gigantesca, como prácticamente todas, con mucha luz, y daba a un jardín interior que compartía con otras 3 clases de segundo.

La clase era tan grande que cabían 6 ó 7 corchos grandes en las paredes, una alfombra grande para sentarse los niños en plan asamblea, dos alfombras grandes más, mesas de diferentes tamaños y formas, varios armarios y estanterías y una pizarra digital enorme, un desfase.

Los pasillos de la escuela eran anchos, y formaban salones abiertos con sillones, mesas y zonas de juego cada cierto número de clases, aparte de que daban a patios de juegos abiertos que comunicaban varios de estos salones. La escuela era tan grande que te perdías, yo tardé mucho en aprenderme el camino a mi clase.

La escuela tenía también un salón de actos enorme, otro más pequeño, clases de música, gimnasios, clases de arte. Pero además tenía piscina olímpica para clases de natación en horario escolar, que se podía utilizar también fuera del horario escolar. Y cafetería enorme con comidita que a mi me parecía bastante rica. Y a mayores, para tratar bien a todos los profes de la escuela, tenían una cafetería tipo Starbucks, banco, gimnasio, spa, sala de masajes y no recuerdo si algo más. Lo dicho: ¡IMPRESIONANTE!

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