viernes, 20 de marzo de 2020

Primer vuelo a Eritrea

En agosto de 2014 llegó por fin el momento de dar el salto y mudarme a Eritrea, con las bendiciones de algún@s poc@s y las miradas de "estás loca" de la mayoría. Pero una tiene que hacer lo que tiene que hacer. De primavera a agosto tocó papeleo, dejar mi casa lo más recogida posible y calmar los nervios. Curiosamente, esta vez no estaba tan nerviosa como cuando me fui a Estados Unidos, probablemente porque ya estaba curtida en situaciones así de salto al vacío. Recuerdo que cuando me fui a Houston la sensación era como si estuviese a punto de saltar de un acantilado con los ojos vendados, sin saber lo que me iba a encontrar. Esta vez no. Esta vez sabía que iba a un lugar desconocido pero no tenía esa sensación tan escalofriante de salto al vacío. Probablemente por lo bien que me lo había vendido mi director.

El día llegó. Mi hermano me llevó al aeropuerto de Vigo, donde haría la ruta Madrid-Cairo-Asmara. Pero la aventura empezó con mal pie. Resulta que no podía montarme en ese avión porque había un error con el nombre que aparecía en la reserva. Cuando trabajas en una escuela internacional es la propia escuela, habitualmente, la que se encarga de comprar tus vuelos de ida y vuelta al país, te lo pagan ellos(cosa que, por otra parte, está genial, claro, te sientes como una marquesa, te montas en un avión de gratis, estupendo). Pero claro, la persona que me compró el billete, allá en Eritrea, es un eritreo, lógicamente, y no está familiarizado con los nombres españoles, no sabe cuál es nombre y cuál es apellido así que se lió y me cambió los apellidos por el nombre, los cambió de sitio y eso provocó que yo tuviese ese problema. La verdad es que yo no me había fijado cuando me enviaron los billetes por correo electrónico, me fijé en la ruta, la fecha y los horarios pero no en el nombre así que cuando me encontré con esa sorpresa fue un disgusto. Y ahora qué hago!?

Yo sabía que mi director estaba viajando también ese día, desde Australia, también vía Egipto. Y sabía que cuando yo llegase a Egipto me lo iba a encontrar en el aeropuerto. Yo tenía su número de teléfono y el de la escuela así que me puse a llamarlos por teléfono, con pocas esperanzas de que me respondieran, la verdad, como así fue, nadie me respondió. No sabía qué hacer: me compro yo un billete de avión ahora mismo, me monto en este avión, tiro para Eritrea y ya les explicaré el problema en persona y ya veremos cómo lo resolvemos? Y rezando para que esta idea les parezca bien y me reintegren el dinero del vuelo! O bien me quedo en tierra, pierdo este vuelo porque me quedo a la espera de instrucciones por parte de la escuela, no vaya a ser que les parezca mal que yo compre otro vuelo sin haberles consultado? Dudas, dudas, dudas, y sin tiempo en realidad para decidir porque el único tiempo del que disponía para decidir era el tiempo que duraba la facturación.

Al final me decidí por la primera opción: comprar el vuelo, tirar para Eritrea y que sea lo que Dios quiera. Estábamos mi hermano y yo en la ventanilla de la compañía, no en la de facturación, allí intentando resolver el problema con la azafata que nos estaba ayudando, muy maja por cierto. Menos mal que mi hermano estaba ahí conmigo porque si no no habría podido comprar el vuelo básicamente porque mi tarjeta tiene un límite de gasto y ya lo sobrepasaba así que tuve que tirar también de la tarjeta de mi hermano. En fin, que con todos estos trajines nos tiramos un montón de tiempo en esa ventanilla con esa azafata, mientras decidíamos qué hacer, mientras yo llamaba a mi dire, a la escuela, les enviaba emails... Un trajín. Con lo cual cuando nos pusimos a comprar el billete ya era in extremis porque el mostrador de facturación ya estaba a punto de cerrar, y eso que yo había sido de las primeras en (intentar) facturar! Menos mal que fui con tiempo al aeropuerto, menos mal!!!!! Así que compramos el billete y corriendo me fui a facturar, y disparada al avión.

La verdad es que fue una manera de empezar el viaje mala, ciertamente mala. Todo el vuelo Vigo-Madrid fui angustiada, rezando para que a la escuela les pareciera bien mi decisión de comprar por mi cuenta y riesgo. Pero luego, mientras esperaba en Madrid por mi siguiente vuelo decidí que ya no me iba a preocupar, que lo que tenía que hacer era disfrutar de mi vuelo, de la aventura que estaba empezando, disfrutar de la ilusión que me hacía, y así hice.

Al llegar al aeropuerto del Cairo me fui directa a mi puerta de embarque para Asmara. La suerte era que la mayoría de los pasajeros de ese vuelo eran eritreos con lo cual sería muy fácil reconocer a mi director, un blanco australiano, que iba acompañado de otro compañero novato como yo, también australiano. Así fue. En cuanto llegaron a la puerta de embarque ya los reconocí, y lógicamente, ellos a mi también. Ya mi dire había visto mis emails y ya me tranquilizó, diciéndome que había hecho lo correcto, y que menos mal que lo había hecho porque si no a saber cuánto habrían tardado en conseguirme otro vuelo. Así que genial.

Mi dire me cayó genial al instante, es una de esas personas cálidas, con una sonrisa permanente en la cara, que caen bien a todo el mundo. Fue una suerte haber llegado a Asmara con él porque ya él sabía el proceso que teníamos que pasar en el control de inmigración lo que nos facilitó las cosas.

Era madrugada cuando aterrizamos en Asmara. Al salir de la terminal estaban esperándonos dos personas de la escuela con dos coches que nos recogieron y nos llevaron al otro novato y a mi a un hotel donde pasamos nuestra primera noche en Eritrea.

Me llamó la atención la manera en la que se saludaron  el dire y estos hombres. Se dieron la mano y chocaron el hombro derecho tres veces, cada vez más fuerte. Primera cosa diferente de un país diferente.


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