jueves, 26 de marzo de 2020

Alianza Francesa en Asmara.

En mi día a día la vida poco a poco fue cogiendo rutina, una rutina agradable. De lunes a viernes cole, casa, lectura, relax, tranquilidad, y los findes casita y salidas con mis compañer@s de trabajo fundamentalmente.
Alguien me comentó que había Alianza Francesa en Asmara. Yo justo antes de venirme a Eritrea había estado yendo a clases de francés en la escuela oficial de idiomas durante dos años así que pensé que estaría bien continuar con mis clases, lo que también me daría un entretenimiento por la semana. Investigué dónde estaba y, afortunadamente, no estaba demasiado lejos de mi casa, a 20 minutos a pie. Me matriculé y empecé a ir, dos tardes a la semana, de 6 a 8. El profe era eritreo y la mayoría de los alumnos también, solamente éramos dos extranjeras, una señora italiana y yo.

El camino de ida se me hacía muy agradable porque tenía que ir por una avenida muy bonita a una hora de bastante movimiento de gente y adolescentes saliendo del instituto, vidilla. A la vuelta no era tan agradable, ya era de noche cerrada y la calle estaba casi totalmente oscura, solamente había alguna farola iluminada escasamente, era en momentos como este cuando la linterna se hacía absolutamente imprescindible y ya me encargaba yo de asegurarme de llevarla siempre.

Las clases no estaban mal, el profe era majo pero los alumnos eran muy sosos, no participaban nada, cada vez que el profe preguntaba algo a la clase nadie respondía más que la italiana o yo. Poco a poco me fui desinflando y acabé dejándolo porque se me hacía aburrido. Afortunadamente, la alternativa que surgió fue muchísimo mejor.

La Alianza tenía un ambiente muy agradable de gente, organizaban actividades culturales como exposiciones por ejemplo, y los sábados por la tarde daban clases de salsa, a las que fui un par de veces. Estaba chulo.


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