viernes, 27 de febrero de 2009

Las geniales crónicas de V P:y 9! Otro hombre en los semáforos!

Aprovechando que tengo un break, os envío este escrito que hice ayer para el blog familiar. Los veteranos quizás disentirán de mis observaciones, pues conocen más que yo este país. Esta es la opinión de alguien que sólo lleva unos meses en Estados Unidos.

Hace quince minutos he visto el tercer hombre en un mes que pide dinero en los semáforos . Le he gritado ("Hey, man!"), le he dado un dólar y me ha dado vergüenza oír las expresiones de gracias que me daba, totalmente exageradas para la exigua cantidad de dinero dado ("Thank you. Thank you very much. God bless you").

La escena es siempre la misma: un hombre esperando al lado de un semáforo de una vía importante, sosteniendo un cartón con las dos manos. En el cartón, dos frases básicas pintadas con rotulador. Por ejemplo, "Unemployed. Please help me". El de hoy ponía "Hopeless. Please help me". Yo no había visto gente pidiendo en los semáforos en Houston hasta hace dos meses. Supongo que es por causa de la crisis. Aunque la tasa de paro es la mitad que en España, la gente lo debe estar pasando mal. Y digo "debe" porque no he oído hablar de la crisis a nivel personal. Los medios de comunicación hacen algunas referencias, pero no he visto a nadie hablar en la calle. La gente americana es muy reservada y, sobre todo, en estos asuntos, pero deben estar preocupados.
Una de las cosas que aprendes leyendo el libro que os había recomendado ("The Culture Code" de Clotaire Rapaille) es que los americanos están obsesionados con el éxito, el trabajo y el dinero. Y la razón es muy sencilla. No es que sean unos superficiales. Es que, en América, tu valor personal es asociado al éxito en el trabajo.
Si eres exitoso en el trabajo, eres una persona valiosa (un ganador o "winner").
Si no eres exitoso, eres un inútil, un perdedor (un "loser", que es una palabra muy despectiva aquí).
Esto también pasa en España pero aquí es muy radical y se encuentra mucho más internalizado, porque no está mitigado por el concepto de injusticia social, que aquí no existe (en España se le echaría la culpa parcialmente al sistema, mientras aquí la culpa la tiene exclusivamente la propia persona, a quien se le considera responsable de su destino).
Mi opinión es que esto viene de la ética protestante del trabajo que Max Weber estudió en su obra clásica ("La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo").
El calvinismo creía en la predestinación (Dios elegía a quienes iban a salvarse, es decir, a ir al cielo). Una de las señales de que uno estaba entre los escogidos para salvarse era el éxito material. Así, si eras próspero, era una señal que eras bueno, es decir, uno de los escogidos por Dios. Si eras pobre, era una señal que eres malo (cómo veis, muy diferente a la concepción católica de que la riqueza material es un impedimento para la vida espiritual, que lleva a una actitud diferente).

Los primeros inmigrantes que fundaron Estados Unidos ("the pilgrims", es decir, los peregrinos) eran puritanos de ideas calvinistas que huían de la persecución religiosa en Europa. Después la religión ha tomado mil caminos en América, pero la idea básica de que el éxito material prueba que eres una persona valiosa es uno de los valores fundacionales de este país y ha quedado muy impregnada en la cultura americana, independientemente de cuáles sean tus creencias religiosas. Por eso es por lo que la gente se avergüenza de ser despedido del trabajo e intenta esconder sus problemas materiales. No quiere que le consideren un "loser", un inútil, una persona que no sirve para nada.
Cuando veo a una persona pidiendo en los semáforos, pienso que no es un caradura. Hace falta mucha desesperación para ponerse delante de un semáforo y pedir dinero, asumir que uno es un ultra-"loser" y que va a ser despreciado (sobre todo, por uno mismo).
Los coches pasan sin mirar. Me imagino a la gente dentro de los coches abstractos en sus problemas cotidianos. Pero a mí cada vez que veo una de estas personas me da tristeza. No solo por ellos sino porque son la punta del iceberg de mucha gente que debe estar pasándolo mal y que prefiere no decirlo.

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