miércoles, 11 de marzo de 2009

Las geniales crónicas de V P:y 10! Elecciones históricas en El Salvador.

Para la gente que le gusta la historia, como Gloria, y para los que quieren conocer un poco más de América Latina, he traducido este escrito que apareció ayer en mi blog.

¿Qué es lo que hace que una elección sea histórica?
Estos días las elecciones al País Vasco se califican de históricas porque parece que permitirán desalojar a un grupo político (el nacionalismo vasco) que lleva treinta años en el poder.
¿Qué pasaría si en vez de ser treinta años, fueran casi doscientos años?
¿O quinientos años, si lo contamos de otra forma?
¿No serían unas elecciones así completamente históricas?
Pues bien, si las encuestas no se engañan, esto es lo que pasará en El Salvador este fin de semana que viene. Todos los que estamos relacionados con este pequeño país, sean cuáles sean nuestras opiniones políticas, estamos llenos de expectación ante un cambio que todavía no nos creemos completamente. Un cambio que, cada vez que se ha intentado en El Salvador, ha habido un golpe de estado, una guerra, una dictadura o un "tongo" electoral para impedirlo. ¿Será posible esta vez? ¿Se producirá un cambio como el que nunca ha pasado en la historia salvadoreña?

El país está a la expectativa. Las empresas han parado toda inversión no imprescindible desde hace meses. Muchos empleados de gobierno han preparado sus maletas. Hay rumores de fraude electoral, de que los que tienen el poder no lo soltarán tan fácilmente, como sucedió en el pasado. Y todo el mundo estará pegado a la televisión o a Internet el próximo domingo.
¿Cómo explicar este tema a gente que desconoce completamente la realidad salvadoreña? Es como intentar explicar las elecciones del País Vasco a gente que no sabe qué es el País Vasco, el euskera, el nacionalismo, el franquismo, el PSOE, el PP, Zapatero, la crisis económica española. Y todo esto en un artículo de un blog. Lo intentaré, porque siempre me han gustado los retos, aunque lo deberé simplificar mucho y prescindir de muchos matices.

La conquista española en América Latina se caracterizó porque Carlos I había descubierto un continente inmenso y no tenía bastantes soldados (es decir, bastante dinero) para conquistarlo. El rey encontró una solución ingeniosa y efectiva: mandó que aquel conquistador que conquistara unas tierras para el rey sería propietario de esas tierras y de los indios que viveran allí (como mano de obra barata). Así pretendía que los conquistadores, en vez de ser pagados por el rey, se lo pagaran todo ellos mismos, como una inversión para el futuro. Podríamos decir, pues, que la conquista de América no fue realizada por la Administración pública (el ejército es parte de ella) sino por la iniciativa privada, es decir, fue una concesión del rey a cualquier persona que estuviera dispuesto a hacer la guerra en su nombre. Así, unos cuántos aventureros venidos de España que atravesaron el mar con sueños de riqueza conquistaron grandes áreas de territorio y, por lo tanto, acabaron poseyendo grandes cantidades de tierra y de indios. Ellos y sus descendentes se convirtieron así en la oligarquía latinoamericana, mientras los indios vivían en una pobreza inmensa (algún día tendré que escribir sobre esto con más detalle). Esa es la causa de la desigualdad social en América Latina que ha continuado hasta ahora.

La oligarquía no fue estática (familias viejas se arruinaron y otras nuevas se enriquecieron), ni fundamentó su riqueza en la misma estructura económica (la oligarquía salvadoreña antes era cafetalera y ahora es bancaria), pero la desigualdad se ha mantenido hasta la actualidad.

Cuando la riqueza se basaba en la agricultura, hubo un tiempo en que las famosas "14 familias" eran propietarias de casi toda la tierra cultivable de El Salvador (un país del tamaño de la Comunidad Valenciana). Ahora un puñado de familias (fuertemente emparentadas por matrimonios entre ellas) dominan los principales bancos y empresas del país.

Desde los acuerdos de paz de 1992 que acabaron con la guerra, dos fuerzas políticas han dominado la vida política salvadoreña.
Por un lado, el partido ARENA, que es de derechas radicales: el brazo político de la oligarquía salvadoreña.
Por otro lado, el FMLN, de izquierdas radicales, la ex-guerrilla que tras haber depurado todos los elementos moderados, se ha convertido en un partido marxista ortodoxo.
En ese aspecto, El Salvador se parece a la II República española: las opciones políticas eran radicales porque la estructura económica era muy desigual (mucha diferencia entre ricos y pobres).
Durante el franquismo, apareció una clase media que es la que moderó el discurso político español, una vez llegó la Transición.
.Schafick Handal, polémico líder histórico del FMLN (izquierda salvadoreña)
El partido ARENA hace tiempo que está desgastándose y, desde hace unos ocho años, la única razón por la cual se mantenía es que mucha gente tiene un miedo inmenso al FMLN.
Mucho del miedo se centraba en su líder, Schafick Handal, activista comunista desde los años 50 y líder histórico del partido FMLN desde 1973 a 2006. Él tenía un genio de mil cojones (me daban risa sus entrevistas cuando se enfadaba con los periodistas porque no le daban la razón y los reñía delante de la cámara). Fue uno de los comandantes de la guerrilla durante la guerra de los ochenta (mucha gente lo veía como los españoles pueden ver a De Juana Chaos). Además, no escondía su amistad con Fidel Castro y su objetivo de convertir El Salvador en una segunda Cuba, país al cual admiraba. Todo esto hacía que la gente tuviera miedo que, si ganaba el FMLN las elecciones, El Salvador se convirtiera en un país comunista, mucho tiempo después de que el Muro de Berlín hubiera caído. Esto daba miedo e impedía el triunfo del FMLN.
En 2006, Schafick Handal venía de una reunión de Bolivia de reunirse con Evo Morales y sufrió un ataque de corazón en el aeropuerto de El Salvador, muriendo mientras se lo transportaba a la clínica. Claudia y yo fuimos a ver cómo sacaban el ataúd de la clínica, a tres calles de mi casa, más por cotilleo que por otra cosa. Los militantes del partido estaban desconcertados y un tanto huérfanos, como si hubiera muerto el padre. Schafick era, para su partido, la enésima reencarnación del mítico patriarca latinoamericano que tanta gente ha encarnado (Perón, Pinochet, Torrijos, Trujillo, Fidel Castro, Chávez son sólo unos pocos ejemplos).

Muerto Schafick Handal, el candidato para la presidencia en El Salvador para el FMLN es Mauricio Funes, un comunicador que se hizo famoso atacando al partido que gobernaba. Con él, el FMLN ha conseguido dar la imagen de moderación que se espera que le lleve al gobierno, haciendo que, por primera vez en 200 o 500 años, un grupo político diferente de la oligarquía salvadoreña acceda al poder.

En El Salvador, la mayoría de mis amigos profesionales son de derecha y la mayoría de mis amigos personales son de izquierda. Nadie de ellos es radical y todos son buena gente. Los de izquierda se encuentran esperanzados con el cambio. Los de derecha saben que muy probablemente perderán su trabajo, pero desean que el cambio sea bueno para El Salvador y lo ven como una fase necesaria para el país. En general, todos ellos se están tomando el tema de forma muy madura, aunque nadie se lo acaba de creer del todo. ¿Será posible esta vez?
Yo, con el pesimismo antropológico de los Palasí, no creo que nada cambie de forma sustancial. Ya otros países centroamericanos (Guatemala, Nicaragua) han tenido gobiernos de izquierdas (democráticos y no democráticos) por años y la situación sigue siendo tan mala como siempre.

Mi conclusión después de vivir nueve años en América Latina y haber pensado y conversado sobre el tema durante miles de horas, es que las raíces del subdesarrollo de esta parte del mundo no son políticas, ni económicas, sino culturales (quizás lo explicaré en el futuro). Pero la alternancia es la clave de la democracia. Y, además, a mí siempre me ha gustado la esperanza, aunque vaya seguida de una gran decepción. Siempre he pensado que "esperanza" es la palabra más hermosa del diccionario, más que "amor" o "paz", que son las típicas. Quizás una persona no tiene amor ni paz pero si hay esperanza de conseguirlos, la vida es buena. Y una vida sin esperanza no vale la pena vivirla: es una deprimente espera de la muerte. Así que parece ser que ha llegado el momento de la esperanza en El Salvador, tras muchísimo tiempo de no tenerla. Lo aprovecharemos mientras dure.

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