jueves, 9 de abril de 2009

Las geniales crónicas de V P:y 11! El skyline de Houston.

"Skyline" (que literalmente es "la línea del cielo") es una palabra inglesa que significa "horizonte", pero que también se utiliza para describir el perfil que producen los rascacielos sobre el firmamento, sobre todo en el centro de la ciudad (el denominado "downtown"). Cada ciudad tiene su "skyline" característico, que se promociona como un logo o imagen distintiva de la ciudad, en objetos de recuerdo (tazas, souvenirs, camisetas), los cuales traen la silueta de los rascacielos más importantes de la ciudad dibujándose sobre un fondo azul o negro. Así, el "skyline" de Nueva York tiene el edificio "Empire State" y el edificio Chrysler; el de Chicago contiene "la torre Sears"; el skyline de Dallas tiene ese espantoso edificio con forma de cuchillo que pincha una albóndiga y que responde al nombre de "The Awful Meatball"... ehh, bueno, quería decir, "Reunion Tower " (cuando los Conquerors de Dallas lean esto se pondrán a protestar indignados, como siempre hacen cuando les digo que el edificio es una castaña).
Pero hoy quiero hablar del "skyline" de Houston.

Yo no soy muy fanático de los rascacielos: me parecen otro exponente de la arquitectura del tipo "caja de zapatos" que, desde Le Corbusier, ha sido la maldición de la cultura occidental, con su fealdad, los espacios cúbicos más horrorosos y las líneas rectas más aburridas. ¿Qué se puede esperar de Le Corbusier, un individuo que despreciaba la arquitectura de París, quería derrocarlo todo (Notre Dame, el Louvre, la Saint Chapelle, todo) y reemplazarlo por grandes moles de vidrio y metal? Con sus propias palabras: "Imaginad toda esta porquería [se refiere al París histórico], que hasta ahora ha yacido desperdigada sobre el suelo como una costra seca, destruida y barrida y sustituida por inmensos y claros cristales de vidrio, ¡que se levantan a una altura de 100 metros!"
Para Le Corbusier, el París histórico era una porquería.¿Qué se puede esperar de un chiflado como este? Lo que se puede esperar es que la arquitectura occidental siguiera sus aberrantes ideas con fanatismo fundamentalista durante casi un siglo, esto es lo que se puede esperar. Como dice Theodore Dalrymple en "Our culture, what's left of it": "El sueño de Le Corbusier - la pesadilla de cualquier otro, claro está - se ha convertido en realidad, al menos en parte. Por todo el mundo, se ha ubicado en la gente en viviendas que les proporcionan espacios cúbicos y servicios básicos pero nada más. Desde luego, cuando digo 'gente', quiero decir principalmente los pobres, aquellos que tienen pocas opciones sobre dónde vivir. Los arquitectos y planificadores que han hecho esa ubicación prefieren vivir en chalés de lujo o, cuando están disponibles, en mansiones de estilo georgiano."

Pero debo reconocer que los rascacielos de Houston son bastante interesantes. La razón es que son relativamente nuevos. Mientras las tristemente desaparecidas Torres Gemelas son de los años sesenta (el apogeo del fervor corbusieriano: por esto eran paralelípedos perfectos, indistinguibles de una caja de zapatos alargada), el gran desarrollo de Houston se produjo durante la década de los ochenta, con el boom del petróleo. Por aquel entonces, las ideas de Le Corbusier empezaban a decaer un tanto y los arquitectos se permitían añadir alguna curva o alguna variación pequeña a la línea recta (sin llegar a rechazarla completamente, lo cual pasó décadas después y dio obras tan interesantes como el museo Guggenheim de Bilbao).

Todos los días veo estos rascacielos a primera hora de la mañana, sobre las 7:30. Resulta que, en mi trayecto diario de la casa al trabajo, paso por el lado del "downtown", donde se juntan tres de las autopistas metropolitanas más importantes de la ciudad (es decir, la 10, la 45 y la 59). En ese momento, en hora punta ("rush hour"), miles de coches se agrupan en la confluencia de las autopistas y esto hace el tráfico lento. Por lo tanto, a velocidad de unos treinta kilómetros por hora, tienes tiempo de mirar bien los rascacielos, que se encuentran muy cerca de ti (en algún caso, a unos treinta metros). Parece que uno pudiera alargar la mano y tocarlos.
No hay dos momentos en que los rascacielos sean iguales. A veces, ves el sol saliendo por detrás de ellos y la luz del alba reflejarse en sus inmensas superficies de vidrio. Los días nublados tienen un aspecto gris y, muchas veces, no puedes ver la cumbre de los rascacielos porque están cubiertos de una capa de niebla o nubes bajas. El color de los rascacielos cambia cada pocos minutos, como la catedral de Rouen que pintó Monet. Los edificios siempre se ven diferentes, según la orientación y la hora del día. Incluso, en la misma hora del día (sobre las 7:30 que los veo por la mañana), todavía no ha habido un día en el que se vean igual. Así que se ha convertido en una costumbre. Cuando voy aproximándome por la autopista 10 me pregunto "A ver como se verán los rascacielos hoy".

Además, sirven para orientarse. Hacen la misma función que desempeñaba la torre de Collserola en Barcelona o el volcán en San Salvador. Es decir, el "skyline" de Houston se ve desde kilómetros (pero no en todo Houston, que es enorme). Cuando veo los rascacielos, los veo desde la autopista.A veces me quedo contemplándolos de lejos, mientras vuelvo del trabajo por la tarde. Parecerían gigantescos hongos que han nacido o formaciones rocosas que han crecido de un afloramiento de lava del subsuelo, moles geológicas como las del monolito Uluru de Australia. O una serie de estructuras dejadas por una civilización extraterrestre, tecnológicamente adelantada. Vistas todas juntas no parecen construidas por el hombre.Así que quiero rendir homenaje a estas inmensas moles de vidrio, acero y cemento, que veo todos los días por la mañana mientras estoy medio adormecido y por la tarde cuando vuelvo a casa, a las cuales nunca me acostumbro y que siempre me sorprenden. Al pie de los rascacielos se puede pasear.

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