viernes, 27 de febrero de 2009

Las geniales crónicas de V P:y 9! Otro hombre en los semáforos!

Aprovechando que tengo un break, os envío este escrito que hice ayer para el blog familiar. Los veteranos quizás disentirán de mis observaciones, pues conocen más que yo este país. Esta es la opinión de alguien que sólo lleva unos meses en Estados Unidos.

Hace quince minutos he visto el tercer hombre en un mes que pide dinero en los semáforos . Le he gritado ("Hey, man!"), le he dado un dólar y me ha dado vergüenza oír las expresiones de gracias que me daba, totalmente exageradas para la exigua cantidad de dinero dado ("Thank you. Thank you very much. God bless you").

La escena es siempre la misma: un hombre esperando al lado de un semáforo de una vía importante, sosteniendo un cartón con las dos manos. En el cartón, dos frases básicas pintadas con rotulador. Por ejemplo, "Unemployed. Please help me". El de hoy ponía "Hopeless. Please help me". Yo no había visto gente pidiendo en los semáforos en Houston hasta hace dos meses. Supongo que es por causa de la crisis. Aunque la tasa de paro es la mitad que en España, la gente lo debe estar pasando mal. Y digo "debe" porque no he oído hablar de la crisis a nivel personal. Los medios de comunicación hacen algunas referencias, pero no he visto a nadie hablar en la calle. La gente americana es muy reservada y, sobre todo, en estos asuntos, pero deben estar preocupados.
Una de las cosas que aprendes leyendo el libro que os había recomendado ("The Culture Code" de Clotaire Rapaille) es que los americanos están obsesionados con el éxito, el trabajo y el dinero. Y la razón es muy sencilla. No es que sean unos superficiales. Es que, en América, tu valor personal es asociado al éxito en el trabajo.
Si eres exitoso en el trabajo, eres una persona valiosa (un ganador o "winner").
Si no eres exitoso, eres un inútil, un perdedor (un "loser", que es una palabra muy despectiva aquí).
Esto también pasa en España pero aquí es muy radical y se encuentra mucho más internalizado, porque no está mitigado por el concepto de injusticia social, que aquí no existe (en España se le echaría la culpa parcialmente al sistema, mientras aquí la culpa la tiene exclusivamente la propia persona, a quien se le considera responsable de su destino).
Mi opinión es que esto viene de la ética protestante del trabajo que Max Weber estudió en su obra clásica ("La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo").
El calvinismo creía en la predestinación (Dios elegía a quienes iban a salvarse, es decir, a ir al cielo). Una de las señales de que uno estaba entre los escogidos para salvarse era el éxito material. Así, si eras próspero, era una señal que eras bueno, es decir, uno de los escogidos por Dios. Si eras pobre, era una señal que eres malo (cómo veis, muy diferente a la concepción católica de que la riqueza material es un impedimento para la vida espiritual, que lleva a una actitud diferente).

Los primeros inmigrantes que fundaron Estados Unidos ("the pilgrims", es decir, los peregrinos) eran puritanos de ideas calvinistas que huían de la persecución religiosa en Europa. Después la religión ha tomado mil caminos en América, pero la idea básica de que el éxito material prueba que eres una persona valiosa es uno de los valores fundacionales de este país y ha quedado muy impregnada en la cultura americana, independientemente de cuáles sean tus creencias religiosas. Por eso es por lo que la gente se avergüenza de ser despedido del trabajo e intenta esconder sus problemas materiales. No quiere que le consideren un "loser", un inútil, una persona que no sirve para nada.
Cuando veo a una persona pidiendo en los semáforos, pienso que no es un caradura. Hace falta mucha desesperación para ponerse delante de un semáforo y pedir dinero, asumir que uno es un ultra-"loser" y que va a ser despreciado (sobre todo, por uno mismo).
Los coches pasan sin mirar. Me imagino a la gente dentro de los coches abstractos en sus problemas cotidianos. Pero a mí cada vez que veo una de estas personas me da tristeza. No solo por ellos sino porque son la punta del iceberg de mucha gente que debe estar pasándolo mal y que prefiere no decirlo.

jueves, 26 de febrero de 2009

Las geniales crónicas de VP.y 8! El ligue en América-6.

El ligue en América
CAPÍTULO 6
What women want (2).
La obsesión por el "Prince Charming".
Ahora que ya sabéis quién es el "Prince Charming", me gustaría explicar con más detalle qué papel juega este concepto en la vida cotidiana de la mujer americana. Cada mujer americana tiene su versión diferente de Prince Charming. Aunque los puntos básicos son compartidos por todas las mujeres (guapo, rico, viril pero sensible, con don de gentes, triunfador, macho alfa, el hombre perfecto, que te rescatará de tu vida y te hará feliz, etc., etc.), cada mujer añade algunas características particulares que hacen variar un poco el modelo. Todas estas características (las básicas y las que tiene cada mujer) forman lo que se llama "la lista de la compra" ("the shopping list"). Una lista inmensa de requisitos con la que cualquier pretendiente es comparado para determinar si merece la atención de la princesa (aquí hay un chiste divertido sobre este tema).

Cuando sales con las mujeres americanas, te das cuenta hasta qué punto están buscando a su Prince Charming y comparándote con ese ideal inalcanzable, es decir, con "la lista de la compra".

Recuerdo, por ejemplo, que hace meses salí una vez con una mujer de raza china de 41 años que había conocido por Internet y que tenía muy claro el aspecto financiero de su Prince Charming. Digo esto porque me sometió al examen financiero y laboral más minucioso que nunca había experimentado, ni siquiera en entrevistas de trabajo. Más que salir con una mujer, me parecía encontrarme en una reunión con un inspector de Hacienda. Examinó mis ingresos con detalle y mis proyecciones laborales futuras. Insistió en que dejara de ser funcionario y me pusiera a trabajar en la empresa privada americana donde, con mi Doctorado en Informática, decía que podía ganar el dinero a patadas. Tuve que explicarle cómo estaba mi situación de "servicios especiales" y "excedencia" (intenta explicar esto en inglés, macho, en el que esas palabras no existen: "leave of absence" es lo que más se parece). Todo esto en la primera cita.

Cuando le pregunté por qué estaba tan interesada en mi situación financiera, me contestó, como la cosa más natural del mundo "¡es que estoy buscando a mi Prince Charming!". Y cuando le pregunté por qué buscaba a su príncipe, me dijo, como si nada, "¡es que es mi sueño desde la infancia!". Y en aquel momento, recordé mis sueños de la infancia: ser pintor (cuando soy incapaz de dibujar un círculo), ser astronauta (me mareo con las alturas), ser médico (si veo sangre, me desmayo).
El sueño de mi hermana Esther era tener mil hijos (afortunadamente, después rebajó el deseo a cien, una cifra más razonable). Yo me imaginaba los bebés de Esther en una granja parecida a las de pollos, alimentados por tubos que traían leche y llegaban a su boca para darles de mamar.

Le dije: "Pero los sueños de la infancia son fantasías que no tienen nada que ver en la realidad". Ella se quedó bloqueada. No le digas nunca a una mujer americana que no puede cumplir sus sueños de la infancia, especialmente en lo relacionado con el Prince Charming. Una mujer americana muchas veces no madura mucho más allá de los quince años y vive en una eterna adolescencia (después dirán que los hombres somos inmaduros). Y, como dice Clotaire Rapaille, "amor" significa para los americanos "falsas expectativas". Yo no debía de cumplir las expectativas de la china porque se despidió de mí con repugnancia y nunca supe nada más de ella. La imagino yendo por la vida, buscando a su Prince Charming. A los 41 años todavía no ha superado los cuentos de hadas.
Y es que una mujer americana nunca deja de buscar su Prince Charming, por muy vieja que sea. Esperando a este hombre ideal, se pasa la vida. Los matrimonios van y vienen en esta cultura marcada por el divorcio, los hijos crecen y se van, los lugares de trabajo se suceden, las décadas se acaban. Pasan los treinta, los cuarenta, los cincuenta... Pero la mujer americana seguirá esperando su príncipe azul hasta el final.

De vez en cuando, alguna mujer tiene un rapto extraño de lucidez y se da cuenta de que el Prince Charming no existe. Es extraño, pero puede pasar.

La canción "Precious Illusions" de Alanis Morisette habla de ello:

Tú me rescatarás, ¿verdad? [...] Tú me completarás, ¿verdad? Entonces, mi vida puede empezar al fin [...] Este anillo me ayudará, como lo harás tú, caballero de brillante armadura.[...] Esas ilusiones tan queridas que tengo en la cabeza no me deprimían cuando era niña. Y separarme de ellas es como separarme del mejor amigo de mi infancia. He pasado tanto de tiempo mirando fuera de mí...

El vídeo de esta canción no tiene desperdicio. Sólo esperad que pasen los 20 segundos del comienzo (que son un poco aburridos) para que empiece la acción. Las imágenes que salen explican el tema del Prince Charming mucho mejor de lo que yo lo he hecho.

Otra persona que se ha dado cuenta de que el Prince Charming es un personaje de cuento, es esta chica que dice: [Intento] contestar esa pregunta ardiente que mis amigas me preguntan diariamente: "¿Por qué todavía no ha llegado algún maravilloso Prince Charming y te ha rescatado? [...] ¿Por qué todavía no te has casado? ¿No quieres casarte, Danielle?

[Mi dilema es que] entre Disney y Hollywood es difícil, si no imposible, encontrar un hombre con quien yo (o cualquier mujer) pueda compartir una relación a largo plazo. Creciendo, yo, como tantas chicas, fantaseaba con el Prince Charming. Ahora, como adulta, me doy cuenta de que si insisto en buscar al Prince Charming, puedo seguir buscando y morir sola.

Pero la mayoría de mujeres americanas prefieren seguir buscando. No porque quieran morir solas (el estereotipo de la solterona – "spinster"- que vive sola rodeada de gatos es uno de los más poderosos de esta cultura). Es que ellas SABEN que su príncipe azul llegará, más pronto o más tarde. No deben hacer nada para encontrarlo. Sólo deben esperar y, cuando menos lo esperen, aparecerá el caballero de la brillante armadura que las rescatará de sus deudas económicas, de sus problemas sentimentales, de su infelicidad y, lo que es más importante, de ellas mismas.

¿Hasta cuándo acaba esta espera? ¿Cuándo las mujeres se dan cuenta de que su amado no llegará? ¿Basta con una vida para esperar a ese mesías salvador o hay que creer en la reencarnación y quizás el príncipe azul llegará en otra vida?
Me imagino a una de estas mujeres que pasan la vida soñando con su príncipe en el día de su funeral, cuando todo el mundo está reunido en la iglesia para dar el último adiós. De pronto, la puerta de la iglesia se abre y aparece un caballero con traje y corbata, maduro y de pelo cano, pero todavía atractivo. Su rostro revela la sabiduría que da la edad y sus arrugas cuentan de todas las batallas que ha debido luchar en la vida. No es otro que el Prince Charming, que ha pasado buscando a su princesa, pero que ha llegado demasiado tarde. ¿O quizás no? El príncipe maduro se acerca al ataúd abierto. Se inclina hacia la viejecita y le da un beso. Y, como en el cuento de la Bella Durmiente, ella despierta de su sueño eterno. Abre los ojos y le sonríe con bondad, como se sonríe a un viejo conocido. No se extraña ni se sorprende: sabía que vendría. Siempre lo ha sabido. Se levanta de la caja y juntos, con los pasos cortos e inseguros que dan los viejos, salen de la iglesia. Y se van a la tierra del príncipe, al país de los cuentos, dónde no hay pena ni dolor, donde todos son felices para siempre. Y quizás esta sensación de final feliz es lo que las mujeres americanas desean cuando sueñan con su Prince Charming.

martes, 3 de febrero de 2009

Porqué me gusta mi experiencia americana.

Razones por las que me encanta mi experiencia Houston-americana:

-La multiculturalidad:Esto es algo que,de siempre,me ha fascinado.Desde el primer momento en que tuve oportunidad de empezar a ver un poquito el mundo esto me ha apasionado.Me encanta el estar en un lugar en donde puedas encontrar,a la vez,gente de los lugares y razas mas diversas.Aquí,mismo cuando vas en el coche-cosa que,desgraciadamente,tienes que hacer constantemente :-( lo puedes comprobar:en el mismo semáforo,en los coches de al lado,te puedes encontrar a negros,árabes,hispanos,blancos,asiáticos,indios...en fin,todo! Vas a un restaurante a cenar y puedes elegir que si mexicano(de verdad!al fin y al cabo,México está aquí al lado,y Houston está plagado de mexicanos!),venezolano,colombiano,etc,cualquiera de hispanoamérica;árabe de cualquier origen,chino(de verdad también!),africano,hindú,...hasta español!!!! aunque a ese apenas he ido un par de veces porque no me apetece,lo español lo prefiero dejar para cuando esté en España que,además,será mejor. También,por supuesto,te puedes encontrar italianos,hamburgueserías,y cocina americana en plan barbacoa típica,y todo lo que habrá de lo que ahora no me acuerdo! De todas formas,como siempre,acabas yendo a tus restaurantes favoritos,cosa que debo empezar a cambiar,quiero empezar a probarlo todo!

También me encanta esa multiculturalidad cuando vas a tomar un café,simplemente,al Starbucks,por ejemplo,que es nuestro favorito para nuestras reuniones de los miércoles,en plan solo chicas:te atienden negros,te sientas al lado de negros,árabes,hispanos,gringos,asiáticos....igualico,igualico que en mi Ourense,por poner un ejemplo,vaya.:-) Te vas de compras al centro comercial Galleria,que está muy bien,con tiendas caras tipo Versace,y tiendas normales tipo Zara,y te cruzas con gente peripuestísima y guapísima,también de todas las razas y orígenes posibles,cosa que me fascina:igualito igualito que en España,verdad?como en Ourense. Sales a bailar una noche y más de lo mismo.Me gusta mucho un local,el Sky Bar,al que vamos a veces los jueves,cuando no estamos demasiado reventadas,a bailar salsa.Y es un gustazo porque tienes una banda estupenda en vivo y un ambiente fantástico de gente,de nuevo,de todas partes y colores.Dónde he podido yo bailar salsa en Ourense con un africano,un sudamericano,un japonés,un árabe,un gringo o un indio? Y encima guapísimos.Llegas a Ourense y te topas con la monocromía,que bailan de pena....y encima más feos que Picio!!!!!! Uffff,que depresión!!!!! :-)

Me encanta esa multiculturalidad,la mezcla de razas,me fascina.Además,tengo la suerte de que caí en un cole,Almeda,en donde lo puedo disfrutar.Una mitad es hispana,la otra mitad es negra,y un pequeño porcentaje es blanco gringo.Ahí estoy en mi salsa.Cuando veo a mis compas negros me encanta estar ahí.Cuando veo a mis conserjes tan negros me acuerdo de mis conserjes de mi cole en España y me hace gracia ver que no tienen absolutamente nada que ver,son como el día y la noche.El conserje jefe me hace mucha gracia,tiene como unos 50 años( o más,porque con los negros nunca se sabe!),trencitas en el pelo,siempre con su gorra y unos andares que parece que se va a echar a bailar de discoteca de un momento a otro.Solo le falta la bola de la discoteca de Fiebre del sábado noche para estar completito! :-) Con el otro conserje también flipo.Tiene 56 años y no los aparenta en absoluto.Si me tuvo que enseñar su carnet para que yo me lo creyera,para que veais lo que son los negros con su piel. Los niños negritos del cole son una monada,a mi gusto los niños más bonitos del mundo,y como sean mezcla,ya se salen de bonitos.Tenemos algunas niñas negritas de ojos azules,de ojos verdes,enormes,con las que te quedas alucinada:cómo es posible!? Espectaculares.Son lindísimas,con sus cabecitas llenas de trencitas de colores,y sus caritas preciosas,unas niñas monísimas.Claro,luego ves a los niños mexicanitos y salen perdiendo en la comparación,aunque son bien ricos...al menos,en mi humilde opinión.Por supuesto que para gustos,colores.Y yo,claro,me defino por el negro :-).

Me gusta tener compañer@s tan dispares,aunque a veces me cueste entenderles,especialmente a los negros,que tienen un inglés muy particular.De todas formas,se nota que me voy acostumbrando porque los voy entendiendo algo más,especialmente a uno al que el año pasado no le pillaba nada,el profe de informática. Yo alucinaba:a mi me resultaba imposible entenderle nada,y sin embargo,mis niños,que se supone que están aprendiendo inglés,sí le entendían!!!! Cómo es posible!!!!???? Aún no me lo explico!!!!!

Con est@s compañer@s,a menudo,no me queda más remedio que sonreír,asentir,y listo,porque no entiendo.Alguna vez me ha pasado de escuchar a alguien,sonreirle,asentir,...y luego darme cuenta de que no me hablaban a mi!!!!! Os podeis imaginar la situación,qué corte!!! jajajajajajajajajj.

Me gusta ir al super y que la gente que me encuentre sea de todas partes,cada uno haciendo la compra para hacer sus comidas tan diferentes de las mías.Y que te encuentres a la venta comidas que para mi son exóticas pero que,aquí,tienen usuarios que las ven como sus comidas del día a día,tan exóticas para ellos como para mi podría ser una tortilla de patatas.

Me gusta la variedad de cosas que puedes hacer aquí,y barato! Aquí estoy apuntada a una cadena de gimnasios en los que,por 30$,puedo ir a yoga,pilates,danza del vientre,hip hop,salsa,bicicleta,kick box,y mil cosas más,aparte de las máquinas,además de estar abiertos 24 horas,de lunes a domingo.Dónde puedo hacer todo eso por 30 euros en Ourense?Si alguien lo sabe que me lo vaya diciendo para irme yo alegrando para cuando vuelva a España!

Me gusta el buen clima que hace aquí. El invierno es suave,puede hacer algo de frío algunos días pero no se pasa semanas y semanas de un frío horroroso,si hace frío 3 días al cuarto ya tienes 15/20 grados...o más! Y normalmente hace más de 20! Así que es un gustazo llegar del cole y poder irse a caminar con una temperatura super agradable a Memorial,un parque en un bosque muy chulo que está lleno de gente haciendo deporte.

Me gusta el detalle que puede parecer una chorrada pero que a mi me hace ilusión de ver matrículas de otros estados,Nevada,Utah,Washington,...estados que,cuando estás en España,suenan tan lejanos,tan imposibles de visitar,tan inalcanzables,y que,estando aquí,los tienes tan cerca como en el coche que va delante.

Me gusta poder ir de compras y que todo sea tan barato,que te puedas comprar ropa por 20$! Así da gusto ir de tiendas!!!! :-)

Me gusta poder viajar a lugares que aquí están cerca y que desde España están lejísimos.Poder ir de fin de semana a Los Angeles o Chicago,como si eso fuese lo más normal del mundo,eso no tiene precio.

Me encanta la posibilidad de conocer gente nueva que aquí tengo,no como lo limitado que me resulta en Ourense,en donde solo estamos los mismos de siempre +.....los mismos de siempre.Uffffff,que depresión! Aquí,entre los compas españoles profes del programa se forma una pandillita muy maja con la que da gusto,gente super abierta y con inquietudes similares,con ganas de hacer cosas y proyectos similares,con el mismo gusanillo de viajar,elemento común a todos nosotros.Y afortunadamente,también he podido conocer a gente no española estupenda con la que me siento suuuuper a gusto,con lo cual la experiencia aún mejora más. Aún preferiría conocer a más gente no española pero eso va despacio también,porque tampoco tengo demasiado tiempo para ampliar círculo de gente,cosa que también me encantaría.Hay gente aquí a la que apenas veo!cosa que me da mucha rabia pero el tiempo y el cuerpo no da para más!

Me encanta escuchar la radio en el coche y poder oír músicas tan variadas.Puedes escuchar música hispana,rock americano,gospel,hip hop,o country con solo tocar un botón,y todo lo que yo no oigo,que no conozco....!!!!!

Todo esto es una parte de porqué me gusta estar aquí. Quedan muchas cosas,sensaciones,que surgen en mil momentos diferentes. Por supuesto,también hay muchas cosas que no me gustan aquí,pero eso tendrá que ir en otro mail! Mil besos desde mi querido Houston!

lunes, 2 de febrero de 2009

Las geniales crónicas de V P:y 7! El día que estrené la sartén.

El 31 de enero de 2009 fue un día histórico en los Estados Unidos.
Más importante que la toma de posesión de Obama,
más importante que el once de septiembre,
más importante que la caída del muro de Berlín.

El 31 de enero fue El Día Que Estrené la Sartén.

Ya hacía tiempo que me preguntaba qué hacía en mi cocina ese disco de metal negro con un mango. "¿Para qué servirá?"- me preguntaba. Claramente, era demasiado pesado para llevarlo de sombrero y demasiado incómodo para romper nueces. Pero de todas maneras, tampoco sé para que sirven la mitad de trastos y aparatos que tienen los americanos aquí. Pensaba tirarlo a la basura, pero una vez tiré un aparato y después me dijeron que se trataba de un sacapuntas eléctrico. (Ya decía yo que, para ser un consolador masculino, el agujero era demasiado pequeño). Así que decidí conservar la sartén. Pues bien, la sartén estaba viviendo una vida tranquila y relajada en un cajón de mi cocina, "huyendo del mundanal ruido", sin trabajar ni desgastarse y tan nuevecita como el primer día. Todo esto cambió el 31 de enero, cuando mi amigo Fran (de Castellón pero viviendo en Sugarland, a una media hora de viaje de Houston) me llamó al móvil y me dijo:
- Vicent, ¿tienes huevos?
Una pregunta extraña, pero nunca se sabe.
Me miré la entrepierna, comprobé que todo estaba en su sitio y respiré aliviado.
- Fran, claro que tengo huevos. Soy un hombre.
- No, Vicent, te pregunto si tienes huevos para cocinar.
- Fran, me ofendes. ¡Soy un español y los españoles tenemos huevos para cocinar y para hacer lo que sea!
- No. Quiero decir si tienes huevos para hacer tortilla de patatas.
¿Tortilla? Esa sí que era una palabra extraña. Me sonaba extrañamente familiar. Tenía la vaga impresión de haberla escuchado antes, quizás en España. Me sonaba que estaba relacionada con la cocina.
La cocina, ese arte de hacer la comida que nos alimenta cada día. Aquí mi cocina se reduce a dos acciones independientes. Primera, comprar alimentos precocinados (de la marca "Michelina's") en el Krogg (un súper que hay cerca). Segunda, ponerlos en el microondas durante cuatro minutos. Fácil, práctico y eficiente, como todo lo americano. Los alimentos de "Michelina 's" están equilibrados nutricionalmente y te hacen adelgazar. No porque sean bajos en calorías, sino porque acabas hasta los cojones de comer siempre lo mismo y, por lo tanto, comes menos. Todo son ventajas. El origen de toda nutrición en esta etapa de mi vida Pero, ¿"tortilla"? ¿Qué sería eso? No había visto esa comida en el catálogo de "Michelina 's". Debía de ser algo exótico. Quizás comida asiática.
- No te preocupes. Yo lo traeré todo. Sólo dime si tienes aceite y de qué clase es.
Miré a la despensa y efectivamente había aceite. Una botella de plástico que estaba sin comenzar, inmaculada y prístina, como si el tiempo no hubiera pasado por ella. Miré la etiqueta, que ponía en inglés "Equilibrio natural. Omega-3. Ayuda a tener colesterol sano y a equilibrar grasas saturadas". ¿Me habré equivocado? ¿Sería omega-3 en forma líquida? Pero, en la parte inferior, en letra pequeña, había la frase "una mezcla de aceites de canola, soja y oliva".
"A saber qué mierda es esto", pensé. Pero bueno, si te paras a pensar toda la porquería que comemos por aquí, no comerías nada.
"De todas maneras" – pensé "- de algo nos tenemos que morir".
- Fran, sí que tengo aceite, pero es un aceite ambiguo. No sé decirte de qué clase es. Tiene problemas para definirse.
- Bueno, pues en una hora estoy por allá.
Y una hora después estaba en mi casa y empezó a hacer cosas extrañísimas, ante mi sorpresa y estupor. Cogió una especie de frutos extraños que había traído con él (el los llamó "patatas", pero no se parecían a las patatas de "Michelina's", que son un puré que acompaña a la carne precocinada) y empezó a pelarlas con el cuchillo. Después las partió en trocitos y abrió unos huevos ("Ah! Ahora sé porque me preguntaba aquello de los huevos").
Después, me dijo: - Necesito un poco de sal.
¿Sal? De esto sí que sé que tengo. En la despensa, hay dos bolsitas de polvos blancos, una junto a la otra. Son fáciles de distinguir. La que tiene hormigas rojas dentro de la bolsita es azúcar. La que no tiene ninguna hormiga dentro es sal. Pero, después, cuando fui a la despensa no encontraba la sal. Me volví loco buscándola. Quizás la había tirado a la basura en una limpieza general que hice después del huracán.
- Tendremos que hacerla sin sal – sentenció Fran.
Y después, cogió la sartén del cajón dónde había estado durmiendo el sueño de los justos desde hace tanto tiempo.
- ¿Fran, qué vas a hacer con ese disco de metal?
- Voy a cocinar con esta sartén.
Jeje. Ahora sí que no me engaña. ¿Cómo quiere poner la sartén en el microondas? Todo el mundo sabe que en el microondas no se puede poner metal. Mejor me quedo mirando para ver cómo explota el microondas para decirle "Ya te lo había dicho yo".
Va Fran y pone la sartén, no en el microondas, sino en un bloque de metal que había debajo del microondas y que yo nunca había utilizado. Él lo llamó "cocina eléctrica". En el pasado, yo había pensado en tirarlo como un trasto inservible que sólo servía para tropezarse con él y para quitar espacio a la cocina. Menos mal que no lo hice.
Lo que pasó después fue mágico. Por una extraña alquimia, la mezcla de huevos y patatas se convirtió en una cosa diferente, una única masa amarilla compacta, que Fran llamó "tortilla de patata". Durante todo este proceso, yo estaba de lo más extrañado. Intrigado.
"Supongo que la tendremos que comer"- pensé.
Pensé en ponerla en la mesa de comer. Sólo había un problema: no tengo mesa de comer. Las raciones de la comida precocinada me las como en la mesa del ordenador. Pero, Pilar, una profesora madrileña que había vuelto a España, me había vendido una mesita pequeña, así que la pusimos allá. Probé un trozo de la tortilla y, "holy crap!", estaba para chuparse los dedos. ¡Esto era mucho mejor que los menús de "Michelina's"! Se fundía en la boca dejando un sabor delicioso. No tenía sal y estaba sosa, pero aún así, estaba de muerte. Me la comí lentamente, saboreando cada gramo de ella y deleitándome en el éxtasis. Delicioso. Y así fue como ese extraño aparato denominado "sartén" perdió su inocencia y se preparó para una vida de aventuras que, a buen seguro, producirán muchas satisfacciones.
Después nos fuimos de marcha con unas chicas españolas que habíamos conocido. Pero yo no podía dejar de pensar en la tortilla, en su sabor delicioso y magnífico y a cada chica que encontraba en la discoteca le decía "Estás tan buena como la tortilla de patatas". Pero, por supuesto, era mentira, sólo lo decía por halagarlas.
La verdad es que nada está tan bueno como la tortilla de patatas.